CIELOS DE IMAGINACIÓN

Viviendo (quizá sí eso es vida), una luz blanca lo ilumina y lo encamina por ese sendero de fragilidad. Una luz que le hace recordar a aquella mujer… aquella que lo enamora desde la distancia, aquella que lo enamora ya sin querer hacerlo.

El, aquel soñador que se permite divagar… aquel que se desploma al recordar que ella ya no está con él. Aquel soñador que vive estático, ya sin importarle nada… ya perdió él lo más importante… perdió el corazón de ella.

Recuerdos que lo llenan de felicidad, imaginando que la magia del amor aún se puede recuperar… puede ser, se requiere tiempo y él esperará;  sólo que el tiempo que le queda ya es poco, las fuerzas se ahogan en el mar de su tristeza.

Su alma ya sucia que reclama que vuelva ella, ella que es la luz y que puede alterar súbitamente los momentos de la realidad de ambos, ella que puede colorear el paisaje… ella que lo puede «matar» a besos y el querer «morir» infinitas veces.

Sus ojos miran al cielo esperando que lo celestial lo inspire a escribir versos que a ella puedan convencer – ¿Convencer a que?… convencerla de querer intentarlo una vez más,  convencerla de que aún hay amor en ambos… convencerla de que el quiere verla sonreír a diario y que esa sonrisa de ella es lo que potencia a él a seguirla amando cada nuevo día.

Esa rutina que lo cobija desde el día que ella se marchó,  … él queriendo no pensarla más pretendiendo así dejarla ya volar del todo; rutina que es imposible de consumar, él la ama y la amará,  él la desea al igual que desea que ella retorne algún día.

L.M.R.R.

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